viernes, 10 de enero de 2014

Midnight Sun Capítulo 3 Final




Llevaban tiempo saliendo como pareja oficial, aunque sólo Taeyang lo sabía, porque a Jiyong le daba vergüenza contárselo a sus padres, que tontos no eran y se imaginaban ya algo, y Seungri creyó que contárselo a sus amigos sólo le causaría problemas. Al fin y al cabo, Jiyong no quería que la gente supiese sobre su enfermedad, y ni Seung Hyun ni Daesung entenderían por qué su novio no puede salir con ellos o por qué sólo se ven por la noche.
Jiyong volvió a retomar su rutina de tocar por las noches, sólo que esta vez solía cambiar de sitio, sobre todo porque Seungri le llevaba de un lado a otro. A veces también se les unía Yungbae, él y el menor se llevaban mejor desde que pudieron hablar fríamente sobre lo ocurrido y Seungri se había disculpado sinceramente por los problemas que había causado.
Cada día que pasaba, se gustaban más y no podían evitar querer estar juntos. Así pasaron casi cinco meses, casi sin que se pudiesen dar cuenta.
-Me gusta el ruido de las olas…- Comentó el moreno, sentado con las piernas totalmente estiradas. Con la mano izquierda se apoyaba en la arena y con la derecha acariciaba el pelo de Jiyong, que descansaba la cabeza en su regazo, acostado en el suelo.
-A mí la brisa marina.- Comentó con los ojos cerrados.
Seungri sonrió y aspiró el olor a mar que había en el aire.
-Ya son casi las tres.- Comentó, mirando la hora en su móvil.- ¿Quieres que te lleve a tu casa?-
-Mmh… Quedémonos un poco más. Total, por esta época amanece más tarde…-
-Está bien, pero con una condición.-
Jiyong abrió los ojos.
-¿Cuál?-
-Levántate.- Le ordenó, y el rubio obedeció a  regañadientes.- Bésame.- Pidió, mirándole fijamente.
El mayor se sonrojó un poco, sorprendido al principio, pero después se calmó y se le acercó, depositando un beso. Era un suave roce, Seungri tomó su rostro entre sus manos y le siguió el ritmo, que poco a poco iba incrementando. Pronto el rubio necesitó más e introdujo su lengua en la boca del menor, sorprendiéndole de tal manera que se comenzó a excitar. El moreno cada vez lo atraía más hacia sí, hasta que se acostó completamente en el suelo, boca arriba, y Jiyong quedó encima de él. El beso aumentó y Jiyong, entre las piernas de Seungri, notó el miembro del menor algo endurecido contra su muslo, lo que le hizo reaccionar a él también.
El moreno, tímidamente, coló sus manos bajo la camiseta, tocando la pálida piel del chico y haciéndole estremecer por el frío de sus dedos. Paseó por sus costados hasta su espalda, sintiendo el cuerpo ajeno y el propio cada vez más calientes.
El mayor pasó de los labios al cuello del menor, besándole y mordiéndole levemente. Éste sacó sus manos del interior de la camiseta y lo detuvo.
-Ji… Para…-
-¿Eh? ¿Qué pasa?- Se incorporó para verle la cara.
-Mejor parar antes de que sea tarde…-
El rubio reflexionó un largo momento antes de hablar.
-¿No quieres…?-
-No es eso, sí que quiero…Me encantaría, pero no es un buen momento, ni lugar…-
-Mh...- Hundió su rostro en el cuello del menor.
-¿Creías que no quería porque no me atraes verdad?- Sintió que el rubio se tensaba y apretaba su chaqueta, lo tomó como un “sí”.- Deberías tener más confianza en ti mismo, Jiyong.- Agarró su rostro entre ambas manos y le hizo mirarle.- Eres precioso.-


Yungbae estaba concentrado intentando ganar al enemigo de esa fase, pulsando los botones con suma destreza, mientras Jiyong practicaba una nueva composición con su guitarra. Sus dedos bailaban sobre las cuerdas creando la melodía que acompañaba su voz con una improvisada letra. Sin embargo, de repente sus dedos no le obedecieron y se estancaron antes de cambiar el acorde. Por un momento los miró extrañado, pero lo ignoró y volvió a tocar. De nuevo, su mano izquierda no obedeció y se detuvo en  medio de la canción, Jiyong sintió miedo, pero trató de no pensar en ello y abrió y cerró el puño por si tenía la mano entumecida. Volvió a tocar y volvió a pasar lo mismo, esta vez, no pudo volver a cerrar el puño.
-¿Qué pasa?- Preguntó Youngbae que por fin había acabado la fase y miraba preocupado a Jiyong.
-Llama a mis padres, por favor…-

Había recibido el mensaje de Youngbae, así que nada más terminar  las clases fue corriendo a casa de los Kwon. Le abrió la madre de su novio y le informó de que estaba en su cuarto. Subió las escaleras con el corazón en el puño, recordando cada palabra del mensaje de Youngbae. “Jiyong ha sufrido una recaída, se le está paralizando la parte izquierda del cuerpo. Puede que no se recupere”. Había leído mucho sobre la enfermedad del mayor y sabía qué significaban esos síntomas, podía sufrir una parálisis completa del cuerpo, incluso morir. El corazón le dio un vuelco y sintió un nudo en la garganta. Cuando llegó a la puerta del cuarto de Jiyong, tocó y esperó una respuesta que poco tardó en llegar.
-Hola…- Dijo entrando tímidamente en la estancia.
Jiyong estaba acostado en la cama y le saludó con un monosílabo sin siquiera mirarle.
-¿Có… Cómo estás?- Era una pregunta estúpida y se arrepintió en seguida de hacerla.
-No hace falta que vengas.-
-¿Qué?-
-No hace falta que pierdas el tiempo conmigo solo porque te doy pena…- Dijo con semblante triste.
Seungri apretó el puño, enfadado.
-Si vengo es porque quiero. ¿Por qué sigues pensando que sólo estoy contigo por pena?- Le cuestionó, irritado.- Te quiero, joder.- Dijo finalmente, frustrado.
El corazón de Jiyong dio un vuelco, se levantó despacio, ya que sólo podía apoyarse en su mano derecha y le miró sentado desde la cama, arrepentido de sus palabras.
-Lo siento…-
Seungri suspiró, calmándose.
-No, tranquilo, en realidad creo que entiendo cómo te debes sentir…- Se acercó y se agachó frente a él para depositar un casto beso sobre sus labios.
La sonrisa de Jiyong se hizo visible por fin y contagió al menor. Después de unos momentos mirándose y dándose pequeñas caricias, Seungri se levantó y se dirigió a la ventana.
-¿Desde aquí me veías?- Jiyong asintió.
-Es raro verte ahora en el sitio desde el que te observaba.- Se levantó y se le acercó para besar su mejilla.
Seungri sonrió gratamente, poniéndose frente a él, y le besó. Posó sus manos a los costados del chico y le agarró con más fuerza que nunca, con miedo de que se fuera de su lado.

Después de eso, Jiyong empeoró. Su pierna  y brazo izquierdos se paralizaron y ya casi no podía valerse por sí mismo para andar. Sin embargo, ya no tenía miedo ni vergüenza por su enfermedad, el hecho de que alguien desconocido le aceptara tal como era hizo que se aceptara a sí mismo también.
Cuando Seungri tuvo un partido de fútbol y le invitó, no le importó ir en silla de ruedas a verle, porque al moreno tampoco le importaba que supieran que ese chico era su novio, de hecho, quería presentarle a sus amigos. Tampoco levaba ya ningún gorro en su cabeza, después de que le dijera tantas veces lo bonito que era su pelo, pensó que ese accesorio sobraba.
El partido acabó con un 2-1 a favor del equipo de Seungri, así que éste felizmente corrió desde el otro lado del campo hasta la grada donde Jiyong observaba el partido. El rubio, al verlo correr hacia él, se levantó, ante la sorpresa tanto de sus padres como del propio Seungri y caminó a duras penas hacia él.  El menor vio emocionado cómo avanzaba poco a poco hacia él, con una sonrisa en su rostro.
De repente, Jiyong se precipitó hacia delante y Seungri temió que se cayese, prácticamente se tiró al suelo para agarrarlo en su caída, pero el chico no llegó a caer. Cuando levantó la vista, vio al rubio riendo escandalosamente.
-¡Picaste!- Dijo, señalándole, después apretó su mejilla y tiró de ella, haciéndole formar una mueca bastante graciosa.- Jajaja qué cara más rara.

-¿Tocas la guitarra?- Preguntó el chico de ojos pequeños, Daesung, mientras cogía una papa.- Yo toco el piano.-
-¿Sí? Mi amigo Youngbae también lo toca.- Comentó Jiyong.
-Es una pena que no haya podido venir.- Dijo Seungri antes de darle un mordisco a su hamburguesa.
Jiyong había hecho buenas migas con Seung Hyun, el grande, y Daesung, lo que hacía muy feliz al moreno. Sus amigos trataban al rubio con total normalidad, aunque la verdad era que no esperaba menos de aquellos dos chicos, los conocía bien y sabía que aceptarían al chico sin ningún problema. Cuando les explicó antes del partido lo que padecía el chico, ninguno de los dos vio el problema de no poder conocerlo a causa de la enfermedad. Lo que le sorprendió fue que se tomaran tan bien el hecho de que fueran pareja, casi ni se sorprendieron, tal vez era cierto eso que se rumoreaba de que ellos dos tenían un lío. Rió internamente por sus pensamientos, despejándolos de su mente para volver  enfocarse en su conversación.

-Muchas gracias por venir a verme.- Dijo Seungri  dejando a Jiyong en su cama.
-No es nada, tenía ganas de verte jugar, qué suerte que el partido fuera de noche.- Sonreía mientras veía cómo el menor le acercaba el pijama.- Gracias por ayudarme a subir a mi cuarto.- Seungri depositó un beso en su frente.- Es tarde y no has traído la moto… ¿Quieres quedarte aquí a dormir?
-¿Eh? No quiero molestar.-
-No molestas.- Aseguró.
Después de insistir un largo rato, Seungri tuvo que quedarse, se puso una camisa y un pantalón de Jiyong y se acostó a su lado en la cama, pasando el brazo sobre el torso del chico, que estaba deseando girarse para mirarlo a los ojos, pero apenas podía moverse y esa posición era la más cómoda.
-Mañana me dan los resultados de las pruebas…- Susurró el rubio en la oscuridad.
Seungri sintió una opresión en el pecho, eso significaba que mañana le darían la mejor o la peor noticia de su vida: si Jiyong viviría o no.
-Tengo miedo.- Confesó el mayor.
-Y yo…-
Seungri se abrazó más fuertemente a él, pidiendo a todos los dioses que conocía que no le permitieran morir, que no le quitasen a la persona que más amaba.

Una hermosa melodía lo despertó, era relajante y sonaba alegre, daba un sentimiento de paz interior. Seungri abrió los ojos y vio la pared ligeramente iluminada, en seguida se dio cuenta de que era de día y de que no se encontraba en su cama, pero no vio al mayor a su lado. Frotando uno de sus ojos, se incorporó y se giró sobre la cama, descubriendo de dónde procedía la música.
Jiyong estaba sentado en el suelo, con la guitarra en su regazo, tocando aquella composición que nunca había podido terminar porque su mano paralizada no se lo permitió. Ahora sus dedos se movían con total libertad sobre las cuerdas, como si bailasen sobre ellas creando la hermosa melodía. Cuando la canción terminó, levantó la vista hacia Seungri, que se había quedado en el sitio, paralizado, con los ojos abiertos de par en par, clavado en la mano izquierda del chico. Apartó la mirada de los dedos para mirar el rostro del mayor, tímidos rastros de lágrimas decoraban sus mejillas y Seungri no puedo mover su cuerpo hasta ver la pequeña sonrisa de Jiyong formarse en su rostro, mientras más lágrimas se deslizaban desde sus ojos. Fue como si el corazón del moreno volviese a latir después de haber estado años parado, notó cómo la vista se le nublaba y, con los ojos llorosos, salió de la cama y se abalanzó hacia Jiyong para darle un fuerte abrazo, aferrándose a él de tal manera que nunca se pudiera separar. Con el chico entre sus brazos, comenzó a llorar, temblando con cada sollozo, mientras el rubio, más tranquilo, le daba caricias en la espalda.
-¡Jiyong! ¡Jiyong!- La madre del chico entró en la habitación corriendo, tras ella estaba su padre, con cara de total sorpresa.
La mujer paró de golpe al ver a los chicos abrazados, llorando en el suelo. Ambos se separaron un poco y Jiyong la miró, mientras Seungri seguía escondiendo su rostro para ocultar sus lágrimas.
-Ha… ha llamado el médico…- Comenzó a explicar la mujer, con la mano en el pecho.- Te vas a recuperar, cariño.-
-Lo sé.- Jiyong asintió, sonriente, y se levantó a abrazar a la mujer, que rompió a llorar en los brazos de su hijo.
El rubio le hizo señales a su padre, que lloraba en silencio en el marco de la puerta, para que se le uniese al abrazo. El hombre obedeció y rodeó a ambos con sus grandes brazos, sintiéndose por fin libre de la carga que suponía pensar que no podía hacer nada por salvar la vida de su hijo.

Ya habían pasado varios meses desde la recuperación de Jiyong, y ahora se encontraba estudiando junto a Youngbae en su habitación.
-Oye, ¿ya hiciste la inscripción?- Jiyong asintió.
-Daesung me ayudó a hacer el papeleo, porque él también va a entrar a la carrera de Música.-
-Es verdad, me lo comentó. Por cierto, toma, conseguí los apuntes de Historia.- Comentó entregándole un tocho de papeles.
-¡Gracias!- Los tomó alegremente.- Estoy nervioso, es la primera vez que haré un examen así. –Rió un poco, sintiéndose algo estúpido.
-Eres muy inteligente, podrás entrar en la universidad sin problemas.- Aseguró Youngbae.
-¡Hola! –En ese momento, entró Seungri en el cuarto y ambos le saludaron alegremente.- ¿Qué tal va eso?
-Bien, estudiando sin descanso.- Rió el mayor.- Ah, me llamó el médico hoy. Al parecer, la enfermedad está remitiendo del todo.
Seungri le abrazó, contento.
-Me alegro, cielo.-
-Y yo. –Comentó Youngbae.- Bueno, me voy para dejarles a solas, tortolitos.- Se levantó y recogió sus cosas.
-¿Ya? –Jiyong lo miró con cierta decepción.
-Sí, tengo que hacer unos recados.- El chico se despidió de ambos y no tardó mucho más en salir, dejándolos estudiando.
Tras horas y horas frente a aquellas páginas llenas de información, Seungri apartó la vista y se estiró soltando un sonoro bostezo.
-¿Ya estás cansado?- Rió el mayor.
-Ah, ayer no dormí muy bien.- Asintió con la cabeza.
-Ya veo…- Dijo alzando una ceja.- ¿Quieres algo de comer? –El menor asintió con energía.- Jajaja, vale, ahora vengo.
Jiyong salió de la habitación a por algo de fruta y cuando volvió se encontró con el adorable rostro de Seungri dormido sobre la mesa. Sonrió y dejó el plato con comida en la mesa, para después sentarse a su lado y apoyar la cabeza en el mueble, mirando directamente al moreno. El chico abrió los ojos, sorprendiéndose a sí mismo de que se hubiese quedado dormido.
-Ah, perdona, me dormí…- Dijo levantando la cabeza.
-No importa.- Negó levemente con la cabeza. -¿Quieres dormir un poco en la cama?
-No, no quiero quedarme dormido…-
-No me importa, así duermo yo también un poco.-
Seungri dudó un poco, pero finalmente, aceptó, sonriente, y le dio un beso en la mejilla antes de levantarse para ir a tumbarse en la cama. Jiyong se acostó a su lado y los tapó a ambos con la sábana.






La pierna de Seungri se movía sin parar, dejando ver su nerviosismo, lo que hacía reír a Jiyong.
-¿Quieres sentarte?- Más que una pregunta era una petición.
-Mh…- Se sentó en la arena, aunque su pierna aun sufría ese tick nervioso.- ¿Seguro que quieres que sea aquí? Podemos esperar en tu cuarto y si pasa algo, cerrar la ventana en un momento…-
-Ya te he dicho que no. Quiero que sea aquí.- Asintió, muy seguro de sus palabras.
Seungri volvió la vista al horizonte y miró por enésima vez su reloj.
-Ri, estás tú más nervioso que Jiyong.- Rió Seung Hyun, sentado a su lado, con Daesung  entre sus piernas, apoyado en su pecho.
Seungri hizo una mueca mientras todos se reían de él.
-Listo.- Youngbae apareció por detrás, sentándose un poco más a delante de ellos.
-¿Listo el qué?- Preguntó el señor Kwon, que estaba abrazando con un brazo a su esposa, al lado de Jiyong.
-La cámara.- Señaló a sus espaldas, y todos miraron el trípode que se hallaba a pocos metros tras ellos.- Ya está grabando.
-Oh, qué gran idea. Tendremos el momento inmortalizado para siempre.- La señora Kwon le dio un beso en la mejilla a su hijo, emocionada.
-Ya es la hora.- Comentó el padre de Jiyong, haciendo que un silencio sepulcral se apoderara de todos los presentes.
Ahora sólo se escuchaba el ruido de las olas rompiendo en la orilla. El cielo comenzó a aclararse cada vez con más rapidez y el primer rayo de sol asomó tímidamente por el horizonte. Jiyong se aferró a la mano de Seungri con fuerza, respirando profundamente. Poco a poco fue apareciendo la figura redondeada que era el Sol, coloreando con cálidos tonos el cielo, iluminando primero los edificios más alto y llegando minutos después a las carreteras, aceras y a la orilla en la que ahora se encontraban ellos. La piel de Jiyong pareció brillar a la luz del sol, sus ojos brillosos no soltaron ninguna lágrima, impidiéndose a sí mismo perderse un solo instante de ese amanecer, su primer amanecer.
Estuvieron tal vez 20 o 30 minutos mirando el horizonte, cada vez sintiéndose más cálidos gracias a los rayos del sol que daban en sus cuerpos. Para Jiyong ese calor era agradable, sintiendo por fin lo que cualquier persona normal sentía, no quemaba, no dolía, sólo era un calor agradable y reconfortante.
El chico se levantó ante la atenta mirada de los demás y se quitó la camiseta, dejándola caer en la arena.
-¿Jiyong…?- Su madre lo miró preocupada mientras el chico se descalzaba.
El chico avanzó unos pasos y luego se giró mirándoles.
-¡Tonto el último!- Dicho esto les dio la espalda y comenzó a correr hacia la orilla.
Seungri soltó una sonora carcajada, se descalzó rápidamente y corrió tras él mientras se quitaba la camiseta. El rubio se detuvo un poco al llegar a la orilla, estremeciéndose por la fría agua. Sin embargo, cuando llegó Seungri a su lado, lo abrazó por detrás y comenzó a andar hacia dentro del agua.
-¡Ahhh!- Jiyong pataleó entre risas, tratando de soltarse del agarre del chico, pero para su desgracia, llegaron el resto de sus amigos y lo agarraron entre los cuatro para adentrarse un poco más en el agua y finalmente, tirarlo sin piedad alguna dentro de ésta.
Los padres del chico observaban todo desde la arena, emocionados porque jamás habían visto esa sonrisa en los labios de su hijo, que ahora trataba de vengarse hundiendo a Seungri bajo el agua.
Entre los juegos, Seungri abrazó a Jiyong y le dio un intenso beso, olvidándose de que no estaban solos.
-Jiyong.-
-¿Mh?- El chico le miró, ruborizado, tratando de recuperarse de la impresión del beso.
-Te quiero.-
-Y yo a ti, Seungri. Te quiero.-

Ambos se fundieron en un tierno abrazo que no duró mucho porque sus amigos decidieron romper el momento romántico para tirarlos de nuevo bajo el agua.

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